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Cerveza La Socarrada: Mel de Romero

Os dejo el enlace a la Crónica que he escrito para BioValencia, tras realizar una estupenda cata de cerveza en la fábrica de La Socarrada, en Xátiva, el pasado sábado 13.

Léelo aquí: La Socarrada: Mel de Romero

Infinito

Comparto mi último artículo publicado en MíraLES MGZ, una historia personal y muy especial para mí. Para leerlo, sigue el siguiente enlace:

Infinito

[…] El precio de las cosas cuando no tienes nada; el de la libertad. Recorrer la ciudad maldita, sola, a altas horas de la madrugada, borrosa. El monstruo terrorífico de las despedidas. Escalar montañas; vértigo. El quererlo todo y no entender nada. El entenderlo todo y no saber qué hacer, cómo hacerlo, qué imagen te devolverá el espejo mañana.
[Extracto]

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Mi amigo Flop

Este es un cuento muy especial, porque lo he escrito en colaboración a la idea original de Fran Fernandez, coordinador de Educación en Lambda Valencia. Ambos esperamos que pueda llegar a much@s niñ@s, de la mano del cuentacuentos y las actividades que se han montado en torno a Flop, aprendiendo algo tan bonito como la libertad y el valor de la diversidad.

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«Todos hemos mirado al cielo, de noche, alguna vez. Si recordáis, el cielo nocturno es muy oscuro y en él, a veces se ve la Luna y otras veces, también pueden verse cientos de luces brillantes y diminutas, las estrellas. ¿Sabéis? algunas de esas estrellas son en realidad planetas, como la Tierra, el lugar donde vivimos, aunque con otros nombres. Pues bien, en uno de esos lejanos y brillantes planetas, llamado Menta, vivía mi amigo Flop.

El planeta Menta es muy curioso, porque todo es verde, las montañas, los ríos, los edificios, ¡incluso los seres vivos!. Y otra cosa curiosa es que no sólo son de color verde, sino que además, todos los ciudadanos de Menta tienen un cuerpo con forma redonda como una pelota. ¿Qué os parece mi amigo Flop? ¡seguro que nunca habéis conocido a nadie igual!, sin embargo Flop es redondo y verde igual que toda su familia, igual que todos sus amigos y todos los habitantes de su planeta que ha visto alguna vez.

Flop era muy feliz viviendo en Menta, para él era el mejor lugar del universo. Pero además de ser verde, Menta tiene otra característica, y es que es un astro muy pequeño. Un día, los habitantes de Menta se dieron cuenta de que necesitaban buscar un nuevo hogar donde cupieran todos. Así que Flop y otros de sus compañeros fueron enviados a buscar otro planeta, más grande, donde todos los habitantes de Menta pudieran mudarse, vivir y seguir siendo felices.

Mientras volaba por el Universo, entre las estrellas, Flop vio a lo lejos nuestro planeta y se le ocurrió conducir aquí su nave espacial, ¡este podía ser el lugar para vivir que estaba buscando!. De esta forma, una mañana, Flop llegó a la Tierra. Pensad que Flop nunca antes había viajado fuera de su hogar, y además estaba solo, por lo que al principio se sintió un poco desorientado. No sabía bien a dónde ir, era un mundo muy grande, con muchos países diferentes (al revés que en Menta) y muchos sitios bonitos.

Después de pensarlo mucho, Flop decidió que debía conducir su nave espacial hasta el sitio que le pareciera el más bonito de todos. Así que Flop aterrizó en un zoológico. En su opinión, era un lugar maravilloso, había muchos árboles verdes que le recordaban a Menta y muchos animales, todos ellos distintos. Decidió ir a hablar primero con el animal que tenía más cerca, el cocodrilo.

Flop se detuvo justo delante de la jaula del cocodrilo y le dijo: ¡Hola señor Cocodrilo! me llamo Flop, ¿puedo vivir contigo?. El cocodrilo, muy simpático, le contestó que lo sentía mucho, pero que su jaula era sólo para cocodrilos y que, además, los cocodrilos tienen una cola muy larga.
Entonces Flop, que quería vivir allí, deseó fuertemente tener una cola de cocodrilo e hizo ¡Flop!. Al instante, le creció una cola tan larga y verde como la que había deseado, y muy contento, el Sr. Cocodrilo le invitó a vivir con él.
Pero la vida de los cocodrilos era muy complicada, siempre bajo el agua Flop no se sentía cómodo y además, le estaban saliendo heriditas en la barriga por la falta de costumbre de arrastrarla por el suelo. Así que se despidió del Sr. Cocodrilo y se fue en busca de otro animal con el que vivir.

Flop caminó hasta la jaula del siguiente animal, y se encontró allí con tres leones. Sonriente, Flop les dijo: ¡Hola señores Leones! me llamo Flop, ¿puedo vivir con vosotros?. Uno de los tres leones, dejó un momento de acicalarse frente al espejo, para situarse al lado de Flop. Después de olerle y observarle un buen rato, se dio la vuelta, malhumorado, y le respondió antipático que su jaula era sólo para leones, y si no tenía una hermosa melena como la de cualquier león, no podía vivir allí.
Entonces Flop, que pensaba que aquel era un buen lugar para vivir, deseó intensamente tener una bonita melena de león, para poder quedarse. Hizo ¡Flop! y enseguida, le salieron muchísimos pelos en la cabeza. Entonces, después de discutir un rato largo sobre si la melena de Flop era lo suficientemente hermosa, los tres leones presumidos le dejaron vivir con ellos.
Pero la vida de los leones no era lo que él había pensado, verles peinar y lavar su pelo todos los días era aburridísimo y además, no le gustaba tener que comer sólo carne. Así que, como decidió que aquel no era su sitio, le dijo adiós a los leones y se fue en busca de otro animal con el que vivir.

Flop paseó entonces hasta la jaula de los cangrejos. Un poco nervioso por hacerlo bien, Flop les dijo: ¡Hola señores Cangrejos! me llamo Flop, ¿puedo vivir con vosotros?. Había muchos cangrejos, y cuatro le contestaron, hablando a la vez, que en aquella jaula sólo podían vivir los cangrejos, y si quería vivir con ellos tenía que tener pinzas y, lo que era muy difícil hasta para ellos, andar siempre hacia atrás.
¿Os imagináis lo que hizo Flop entonces? seguro que sí. Deseó con mucha fuerza tener pinzas en las manos, como un cangrejo, hizo ¡Flop! y contempló contento las pinzas que le acababan de crecer. Ahora sí, aunque inseguros, los cangrejos le dijeron que podía vivir con ellos.
Pero, efectivamente, vivir como un cangrejo era muy difícil, tal y como antes le habían advertido. Como tenía siempre que andar hacia atrás, se chocaba continuamente contra todas las cosas, haciéndose daño. Algo desanimado, se despidió de los cangrejos y se fue en busca de otro animal con el que vivir.

Flop se encontró entonces con la jaula de los elefantes. Pegándose a los barrotes, Flop les dijo: ¡Hola señores Elefantes! me llamo Flop, ¿puedo vivir con vosotros?. Una de las elefantas se acercó a él, y algo sorprendida, le preguntó si estaba seguro de querer vivir allí con ellos. La Sra. Elefanta, que era muy amable, le explicó que su jaula era sólo para elefantes, pero que ser elefante no era ninguna broma. Los elefantes son unos de los animales más grandes de todos y los demás, se burlaban a veces de ellos por ser tan grandes, llamándoles gordos, una cosa que les entristecía mucho.
Flop, sin hacer caso a la Sra. Elefanta y sin pensarlo dos veces, deseó convertirse en un elefante. Hizo ¡Flop! y al instante le creció una trompa tan grande como la de cualquier paquidermo y, después de enseñársela a los elefantes, estos le dijeron que podía quedarse a vivir allí si quería.
Pero la vida de los elefantes era muy complicada, manejar bien la trompa requería mucho esfuerzo y además, se sentía demasiado pequeño siempre rodeado de animales tan enormes. Así que se despidió de los elefantes y se fue en busca de otro animal con el que vivir.

Flop caminó hasta el final del zoo, mucho más confuso de lo que estaba cuando aterrizó en la Tierra. Estaba cansado y desanimado, porque en aquel zoológico no encontraba ni un solo sitio bueno donde vivir.

Al fondo, cerca de los últimos árboles, Flop encontró una cueva, que servía de casa a los murciélagos, y con voz bajita (ya que estaban durmiendo) dijo: ¡Hola señores Murciélagos! me llamo Flop, ¿puedo vivir con vosotros?. Un murciélago, con cara de sueño pues Flop le acababa de despertar, se acercó a él y le respondió que en aquella cueva sólo podían vivir los murciélagos, y si no tenía alas de murciélago, no podía vivir allí.
Entonces Flop, que quería vivir allí, deseó fuertemente tener unas grandes alas de murciélago. Hizo ¡Flop! y enseguida, le crecieron dos alas como las que había deseado. Alegre, el Sr. Murciélago le invitó a vivir con él y el resto de su familia.
Pero a Flop no le gustaba nada la vida de los murciélagos, se pasaban todo el día durmiendo bocabajo, sin hacer nada y además, le picaban mucho las alas. Así que se despidió de los murciélagos y fue a buscar a otro animal con el que vivir.

Pero Flop se sentía más triste de lo que nunca se había sentido. Ya no tenía más ganas de seguir buscando un animal con el que vivir. Fue hasta la orilla de un gran lago, donde vivían los peces, y se sentó en la arena para descansar un ratito. De repente, se asustó al ver a un animal extrañísimo reflejado en el agua y, cuando se levantó a mirar más de cerca la superficie del lago, se asustó muchísimo más al darse cuenta de que lo que estaba viendo, no era otro animal, sino su propio reflejo. Flop se había esforzado tanto para encajar y ser aceptado por los animales que había conocido (el cocodrilo, los leones, los cangrejos, los elefantes y los murciélagos) que había cambiado tanto que ya ni se reconocía a sí mismo.

Así que Flop, una vez más, hizo ¡Flop! deseando cambiar. Pero esta vez su deseo fue volver a ser como era, sin la cola, la melena, las pinzas, la trompa ni las alas. Y eso fue lo que sucedió, en un momento, Flop volvía a ser, sencillamente, Flop. El viejo Flop con el que parecía que nadie allí quería vivir.
Pero todavía seguía estando muy triste, se sentía totalmente solo y desilusionado. Llorando estaba cuando unas voces a su espalda le gritaron: ¡No llores! ¡Ven a jugar con nosotros!. Sin levantar la vista y sin parar de llorar, Flop les respondió: ¡Pero soy diferente a todos aquí, seguro que no soy como vosotros!. Las voces le respondieron, riendo, alegres: No importa, ¡nosotros somos todos diferentes! y eso hace que estar juntos sea mucho más divertido.

Flop, dejando de llorar y dándose despacito la vuelta, comprobó que las voces eran de un gran grupo de globos. Los había de todas las formas y colores: alargados, redondos, con aspecto de muelle, rojos, verdes, azules, amarillos, grandes, pequeños… ¡Con ellos Flop sí que encajaba!. ¡No tenía que cambiar para parecerse a ellos, podía ser como él era!. Flop empezó a sentir una gran alegría y enseguida, se puso a hablar y a jugar con los globos; al fin, había encontrado una familia en la Tierra.

De esta forma, Flop aprendió que el mundo está lleno de gente diferente y que, ser diferente, no es malo. ¡Al contrario! descubrió algo que nunca hubiese imaginado, ¡ser diferente es divertido!; si todos fuéramos iguales, la vida sería muy aburrida.

¡Flop tenía tantas cosas que contar a su compañeros del planeta Menta! ahora se sentía especial y contento por todo lo que había aprendido. ¡Cuántas cosas había descubierto en la Tierra!.»

 El meu amic Flop.

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